jueves, 5 de noviembre de 2009

EL CIPRES

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La mirada altiva y orgullosa,
del revoloteo de su entorno, ajeno,
como envuelto en una nebulosa,
vive el ciprés, anclado en su terreno.


Sus finas hojas, de un verde desvaído,
solo reflejo, de lo que fue en un tiempo.
Su alma ausente, y su cuerpo perdido,
sacudido, inclemente por el viento.


Llegar al cielo siempre fue su quimera,
y conseguir la libertad, su sueño,
más, sus profundas raíces en la tierra,
no le permiten levantar el vuelo.


Quiere desplegar las alas que no tiene,
y perder su esencia en el intento.
¡Quién pudiera mirar desde su altura!
¡Quién pudiera estar cerca del cielo!.





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