miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ambrosía



Fuiste un tiempo para mi, ambrosía.
Néctar de dioses, que a una boca sedienta
dio frescura. Esperanza de un día.
Fuiste el tronco, que a la rama sustenta.


Fui, la porcelana fina, que tus manos,
modelaron acariciando con dulzura,
moviendo tus largos dedos de artesano,
hiciste que fuera yo... tu criatura.


Estaba siempre allí, tu me llamabas.
Te soñaba tan cerca que sentía,
el tacto de la piel que acariciaba,
el eco de la voz, que presentía.


Y llevaste la copa hasta tu boca,
quedando para siempre el alma mía,
en el blanco color de aquella copa,
que rozaste con tus labios un día.

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