jueves, 25 de agosto de 2011
Pero yo me habré ido
Pero yo me habré ido
Sonreirán los pájaros, y cantarán
los albores a la vida,
y seguirá girando el firmamento
a pesar de mi ausencia.
Las auroras, caminarán los años
con sus hojas expuestas al rocío,
los campos se teñirán de verde,
y la melancolía, encontrará cobijo,
en el color amarillo de los trigos.
Otros, se mojarán las manos,
en las fuentes por las que pasé un día,
y en los remansos de agua transparente
reflejarán sus caras,
en los espejos blancos de luces cristalinas.
Pero yo me habré ido, aunque quede la imagen
de mi cara (la niña de otros tiempos),
en la ausencia vacía.
miércoles, 17 de agosto de 2011
Con las letras mojadas
Con las letras mojadas
A veces, escribo desde el remordimiento,
ese lugar sombrío que a todos acompaña
y amordaza la dulzura de la imagen,
con la mudez de trémulas palabras.
A veces, ensombrece mis ojos el recuerdo,
y busco la luz de la sonrisa
en la mirada azul de la mañana,
antes de que los rápidos del río
aneguen con sus aguas las frágiles orillas.
Me siento tan pequeña, la que fuí, la que soy,
y pienso, no estar en el lugar visible del encuentro,
no poseer en propiedad la primavera
para cortar la flor,
y plantarla de nuevo en suelo fértil.
Han quedado perdidas las palabras, sin dueño,
he dejado encendida una vela a la vida,
y las letras ardiendo en el papel
para que alguien las coja, sin quemarse las manos.
A veces, escribo desde el remordimiento,
con las letras mojadas.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Mientras giraba la música
Mientras giraba la música....
Impregnando el ambiente, la música, giraba,
tejía hilos invisibles,
marcaba los compases del encuentro
apurado ya el vaso de bebida.
Y la noche, se hizo transparente,
como el día
Ahora, desde la perspectiva de los años,
camino hacia el recuerdo.
El aroma me invade los sentidos,
y aquella mano que se grabó en mis dedos
mientras sonaba la suave melodía
que me condujo al camino del cielo,
en noche de verano, somnolienta,
entre árboles burlones, y luceros.
Late mi corazón al revivir
esos instantes, tan solo en el recuerdo.
Ese vaso vacío encima de la mesa
manchado de carmín de labios, rojo fuego,
y tu mano en mi mano, y el vértigo sin freno.
Mi corazón vivía acompasadamente,
el viento, despeinaba el cabello,
tapaba a medias la juvenil sonrisa
de mirada perdida en el ensueño.
Me trajiste la flor entre los labios,
la coloqué al abrigo de los senos.
La música giraba y embriagaba, salían
tus ojos y los míos al encuentro.
Mi juventud se estrelló en tu experiencia,
tu diestra mano recorrió todo el cuerpo.
Con promesas eternas
se forjó aquel momento.
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