Todos hemos tenido experiencias inolvidables,que condicionan nuestra vida.
Recuerdos de un momento, que posteriormente la imaginación, tiende a magnificar e idealizar.
De vez en cuando, lo evocamos y experimentamos emociones parecidas. Emociones que acabaron entonces, puesto que no hay dos iguales. Incluso si volviera a repetirse, nada sería lo mismo.
Pero allí están, envueltas en la noche y bajo la luz de las estrellas. Luz lejana, que hace que nuestra sombra se proyecte y llegue hasta nuestros días.
El embrujo de algo irrepetible, con la complicidad de la noche y de las estrellas.
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