martes, 11 de mayo de 2010
Rasgos opuestos, reacciones idénticas
Creemos conocer a nuestros semejante, creemos conocernos, pero en realidad, impera la confusión y la mala interpretación de ciertas reacciones, que son la consecuencia de rasgos personales equívocos.
Solemos confundir fuerza con debilidad. La manifestación, aunque parezca un contrasentido, es la mismas: la cesión.
En general, tanto en grupo como individualmente, impera la ley del más fuerte, por tanto, interpretamos la concesión como falta de fortaleza.
Es fácil que nuestro instinto de supervivencia, nos lleve a acabar con todo aquello que percibimos de manera subjetiva como peligro, o pensamos, supone un riesgo para nuestra integridad, concebida en el más amplio sentido de la palabra, incluso en el mundo de las ideas.
Por tanto, cuando alguien transige, cuando alguien es condescendiente, en lugar de reconocerlo como mérito, lo hacemos como demérito, nos aprovechamos de la situación, intentando alargarla como si de una cuerda se tratase. Y claro está, todo tiene un límite y al final, se rompe.
¿Qué pasa entonces? La consecuencia, es la reacción de aquel, al que se ha confundido una y otra vez. Ese, al que se le ha interpretado de forma confusa cómo débil, o lo que es peor, incapaz, tonto.
Entonces se produce el "hasta aquí hemos llegado" y reacciona parando y poniendo límites, a quién se había aprovechado una y otra vez, ganando terreno. Pero éste último, no solo no se reconoce en los abusos cometidos en función de su debilidad, al contrario, recrimina, critica, rechaza. Tenía unos derechos adquiridos, un hábito, una costumbre y...una mala interpretación.
La siguiente frase es muy gráfica y definitoria: "el fuerte, suelta la presa y el débil, la mata".
Me hizo reflexionar, porque efectivamente, así es. Toda cesión, se toma por debilidad, cuando puede ser lo contrario.El que está seguro de sí mismo, de su fortaleza, no atropella, afloja.
En cualquier relación hay desigualdad, pero en todos los rasgos y ámbitos, se puede producir incluso una compensación. No es éste el caso. Estoy haciendo referencia a dos aspectos en concreto bien definidos. La fortaleza y la debilidad.
Para acabar, aunque podría estar escribiendo tiempo. El que más grita, el fanfarrón, se envuelve en un mundo de apariencias, porque no está seguro de si mismo. Si lo estuviera, su reacción sería la del control.
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