miércoles, 29 de diciembre de 2010
Llegas sin ruido
Llegas sin ruido
Llegas sin ruido tarde de mi vida,
a mi cristal de nieve y transparencias,
para asomarte al interior de mi estancia
con los últimos rayos de luz viva,
antes que se aproxime la noche de los tiempos
y lo cubra todo con su manto.
Tu mirada reflexiva me acongoja,
y tu sabiduría me apabulla,
pero mis ojos, no alcanzan el horizonte
de mirada hacia atrás, hacia la aurora.
Algo empuja mi voluntad y yo cedo,
y no puedo llegar hasta ese punto
de luz lejana, allá en los infinitos
de la ilusión prestada para el viaje.
Lloro mi desnudez ignorada por otros,
lloro por mi, y por los otros,
y miro sin cesar hacia la orilla
donde han quedado en remansos depositadas
las voces del llanto, ya mudas.
He dejado mi ropa en el camino
y vago sin reserva hacia otra orilla.
No soy golondrina, no, aunque desee
regresar como ella en primavera.
Sin ruido vienes y yo
no te llamo.
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