Seguramente, sin la creencia en un Ser superior que tutela y dirige nuestros pasos, no hubiéramos llegado hasta aquí.
La necesidad de creer es natural en el hombre y responde, a la mayor y más íntima de las aspiraciones; la de seguir viviendo después de la muerte.
Entre los principales instintos que tenemos, existe uno que nos lleva al sentimiento religioso. Posiblemente esté relacionado con el de la conservación, ese tan fundamental que nos señala el peligro o riesgo para nuestra existencia física, para nuestra vida. Porque deseamos vivir ahora, después y siempre. Esto último, entendido como posterior y no como anterior.
Parece que no podemos guiarnos solos y que necesitamos que nos lleve de la mano un padre perpetuo.
Si es necesario ese apoyo ¿por qué tanta arrogancia, si al primer contratiempo, se nos derrumba el castillo de naipes y elevamos la vista al cielo? Cielo azul o atmósfera, cómo queramos.
En cualquier caso, no seré yo quién critique y menos en este rincón, que sirve, para volcar mis "neuras"
Me reconozco pecadora. Reconozco mis limitaciones cuando soy consciente de ellas, que suele ser en numerosas ocasiones. En otros momentos, yo misma me las impongo.
Un freno, si, pero la vida es eso. Pocas veces se puede satisfacer las aspiraciones, aunque también depende de la altura en que situemos el listón.
Aprender a renunciar es bueno. Ayuda a prevenir las frustraciones de todo tipo cuándo las cosas, no nos salen como queremos.
Y.....no sé por qué razón, haciendo una pirueta, vengo por el camino de las aspiraciones.
Aspiración y ambición, es lo mismo, o similar. Parece, que este último rasgo tiene mala prensa y se le suele dar un sentido negativo en general, sin existir una razón para ello. Puede ser una ambición positiva que tenga que ver con la superación de la persona, para poder alcanzar metas superiores.
De cualquier forma, es la única manera de progresar en la vida. La falta de la misma, conduce al estancamiento y al fracaso.
Acostumbraba a ir, a un paraje de sierra con profundas gargantas. Era un bello y solitario lugar, de esos que nos hace empequeñecer por su grandiosidad. Ese lugar cerrado entre sierras, tenía .unido a su belleza, la magia del sonido del eco que se producía al hablar. Algo misterioso, que nos devolvía la voz como si alguien al otro lado, nos quisiera gastar una broma. Era "eco" claro y nítido, en estado puro.
Ponía mis manos de niña a los lados de la boca y gritaba; hola...se repetía...hola, la, la......Estoy aquí....aquí, aquí....Hasta que la voz desaparecía perdiéndose en remotos lugares de la imaginación.
Aunque sabía la razón del fenómeno, no lo acababa de creer y prefería pensar que era algo mágico. Al mismo tiempo, frío y decepcionante, porque al otro lado no había nadie. Sin embargo, esa especie de sentimiento ilusorio que tenemos todos, me hacía pensar que de un momento a otro iba a aparecer algún ser fantástico. Quizá bondadoso, o poderoso, como los cuentos. Pero nunca aparecía, siempre estaba el vacío, la nada disfrazada de algo.
Comprendí, que el eco es lo natural en nuestra existencia. Es la esencia de la comunicación incomunicada. Muchos para hablar, pocos para escuchar. Lo que hablamos, choca contra muros que nos devuelve la respuesta repetida, aunque con diferente sonido.
Las ondas sonoras se pierden pero el eco de nuestra voz queda flotando hasta que la volvemos a recoger..
Es difícil encontrar un cuerpo que la absorba, es difícil encontrar quién la cobije, le de calor y nos envíe un mensaje diferente, cálido no rígido, ni frío, ni automático.
Si, esa es la palabra, "automatismo" y eso somos nosotros, autómatas.
No funcionamos de manera natural, dependemos de nuestro aprendizaje Lo aprendido se convierte en hábito por repetición de actos. Hasta la parte más sensible de nuestro ser, la respuesta es aprendida.
Las emociones que dicen ser las sacudidas del espíritu, que sobresaltan, conmocionan y turban, también responden a esquemas fijos y como la voz, choca contra los muros de piedra que nos devuelven su sonido, su eco. Pero nadie lo recoge.
Es como si el mundo fuera una confusión de voces y respuestas entrecruzadas, donde cada cual, solo escucha la suya, hasta que se debilita y acaba convertida en nada. Entonces la emoción se cierra en si misma nos ahoga. Ya no queda nada que trascienda, ya no queda nada que se manifieste externamente. Allí prosigue almacenada, produciendo la auténtica conmoción, porque la auténtica comunicación no existe.
Si, el mundo es una confusión de voces con los respectivos ecos que nadie escucha. Es un hablar en paralelo.
Un buen remedio es escribir, para volver a leer lo escrito. No hay eco, solo silencio.
Allí donde se escucha el trinar de los pájaros,
allí donde no alcanza la vista en su mirar,
van a parar perdidos los sueños silenciosos,
cogidos de la mano del que quiso soñar.
Nadie atrapó los besos que quedaron perdidos,
ni tampoco las lágrimas perlas de tu mirar,
entre tus labios rojos permanecen dormidos,
esperan un nuevo amor que los haga despertar.
Un perfume en el aire una flecha en el suelo,
cualquier señal es buena para buscar tu sueño,
mas al abrir la boca en busca de tu cielo,
han volado los besos sin encontrar su dueño.
En busca de caricias tus manos andan locas,
en tu pecho desbocado galopa el corazón.
Cuando te ve la gente repite... ¡pobre loca!
¡déjala! ¡ no la mires! ha perdido la razón.
Palidece la luna al llegar el día. Recoge y guarda la luz prestada y la personaliza. Para compensar su falta de luminosidad, adquiere un tono plateado.
En su opacidad, no entiende que carece de ella y que lo suyo es un simple reflejo.
Espera las sombras de la noche para salir de su escondrijo y manifestarse resplandeciente.
Luz de aves nocturnas, de paisajes sombríos, de senderos intransitables.
Ensalzada y unida al amor por los poetas, cuando en realidad solo es un astro opaco y sumiso.
Quiere asemejarse al sol. Quiere tener influencia sobre el mar y sus azuladas aguas.
Incapaz de penetrar en ellas con sus rayos y volverlas tornasoladas, las mueve, las eleva, las extiende.
Pero nunca será igual que el astro cuya potente luz, se introduce y permanece hasta el ocaso, haciendo una exhibición de belleza.
Luz apagada, fría, insignificante. Alma vacía que pretende ser sin ser.
La tierra, es el motivo de su existencia. No tiene cielo, no tiene vida, tampoco eternidad.
Carece de otoños dorados y de primaveras.
Es, la luna. Es....la nada.
¡La cantidad de sensaciones que despierta contemplar una vela encendida! Observar el baile de la llama, la sombra agrandada proyectada sobre la pared. Hay algo misterioso que nos hipnotiza y atrae. Podríamos permanecer mirando indefinidamente.
Parece que se vaya a apagar de un momento a otro, pero no se apaga. La vela tiene vida propia. Su vida, es la llama.
Cualquier soplo de aire, hace que se tambalee, no obstante, no pasa de allí Sigue con su sempiterno baile, imperturbable e indiferente a lo que sucede alrededor. Pero no sucede nada. Todo está estático. Todo menos mi pensamiento que vuela hacia lugares pasados en el tiempo y en el espacio.
Sin embargo, esos lugares están en mi, en mi vida, en mis recuerdos, en mi memoria.
Solo tengo que evocarlos y se suceden secuencialmente, como si se tratara de una película.
Puedo decidir y actuar sobre ellas Puedo rememorarlas o desecharlas. Ahora si, en otro tiempo no pude.
Pero ahora tengo la posibilidad de reorganizar el tiempo pasado y de asimilar las experiencias..
Lo que en otro momento pareció tan importante y decisorio, actualmente lo desdramatizo y lo pongo en su sitio. Las consecuencias, no fueron tan graves.
Claro está, que ahora voy sobre terreno conocido y lo veo a tiempo pasado como hechos sabidos. He olvidado ya la sensación de inseguridad que me produjo en su momento lo desconocido, o el miedo al futuro próximo o remoto.
Dicen que la memoria tiende a recordar lo bueno y a olvidar lo malo. Es posible que percibamos el pasado mejor que el presente, por una especie de idealización absurda de lo vivido recordado. Y digo absurda, si, porque nos puede llevar a la nostalgia continua y a la desvalorización del presente.
Tan enfrascada estaba en mis pensamientos, que no observaba, que la vela estaba casi consumida..
Doy un salto, me acerco, soplo, apago la llama. Me dirijo hacia el exterior, hacia la calle. Hace un día luminoso.
"Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla."
Confucio
En la vida, todo puede ser bello en uno u otro sentido, no solo aquello que consideramos bonito.
Puede haber belleza en lo trágico, en lo dramático.
No es todo, esa imagen idílica representada por un bonito paisaje, donde una bella joven, va recogiendo las flores que crecen silvestres, forma un ramo, y sigue caminando descalza por la húmeda hierba del prado, dando vueltas en una especie de danza, mientras el aire, despeina el cabello, haciéndolo volar y flotar al viento.
Esa imagen, que pretende ser símbolo de belleza, porque reúne todos los ingredientes para serlo, juventud, naturaleza viva y color, podría ser muy bien el anuncio de un detergente.
Ejemplo, X, lava más blanco.
La belleza es algo más y va unida a la grandiosidad.
Dicen que tiene que ser agradable a la vista, despertar unos sentimientos positivos o una sensación de bienestar.
Indudablemente, un hecho trágico no nos conduce a ese estado pero si, nos puede impulsar a reaccionar de forma desinteresada, vincularnos a otra persona e identificarnos con ella en momentos difíciles.
La identificación, actitud próxima al amor, puesto que bien se puede confundir con él y hacer sentir hacia otros, lo que sentimos hacia nuestra persona, que es por la que sentimos más amor. El amor a nosotros mismos.
Allí está la belleza de lo trágico, no en el acontecimiento en si, sino en los sentimientos sinceros que despierta de compasión y de solidaridad.
No es bonito en la misma consideración que un paisaje, una obra de arte....pero es bello.
.Al final, nada es lo que parece.
Todo es como es. Pero ¿cómo es realmente?.
Tenemos necesidad de sentirnos aceptados y para ello, pretendemos dar una imagen, verdadera, falsa, o ni lo uno ni lo otro.
Dependerá del momento, de la situación, de la necesidad, y sobre todo, de las expecdtativas que despertemos.
Nos manifestamos de acuerdo a lo que se espera, de acuerdo con la respuesta que otros deseen al menos, si queremos quedar bien y quien lo espera, es importante ante nuestros ojos.
Somos dúctiles y maleables, como los metales.
Todos los convencionalismos, son fórmulas destinadas a quedar bien, o conectar.
Es todo convencional y aprendido porque somos producto de la educación recibida, que depende del ambiente socio-cultural que nos movamos.
En las fórmulas de expresión ¿Qué hay de sincero? ¿Qué pretendemos? Solo ser aceptados y considerados, elevar nuestra autoestima. El otro, cuenta menos.
Hipocresía social. Hipocresía individual.
Hoy lo veo así, mañana....ya veremos.
Todos necesitamos un nombre mediante el cual, somos reconocidos y diferenciados de los demás.
Se nos adjudica y en la decisión, nosotros no tenemos ninguna influencia. Nadie pide nuestro parecer ni opinión, ni tiene en cuenta nuestros gustos y preferencias. Entre otras cosas, porque tampoco estamos en ese momento en condiciones de expresarnos.
Se nos otorga de por vida, sin saber, las extrañas motivaciones que influyen en la elección. En el fondo, ni nuestros propios padres son conscientes de ello.
Al nombre le imprimimos un carácter, de acuerdo con nuestras particularidades. A la vez, influye en nosotros, puesto que nos identificamos absolutamente con él.
Influye para bien o para mal , o simplemente influye..Nos puede gustar, disgustar o ser indiferente.
En el primer caso, nos ayuda a compensar esas pequeñas deficiencias que tenemos o creemos tener. Pensamos además, que nos abre puertas y así es, si es bonito, o tiene un significado especial o unas connotaciones. Si encima es original, cosa difícil porque todo está inventado, nos sentimos orgullosos de él y será nuestra carta de presentación.
Si no nos gusta, nos acompleja. Como no podemos escapar, lo transformamos en algún diminutivo para disfrazarlo. No obstante, igualmente nos identificamos con él y lo hacemos nuestro.
La influencia sobre nuestra persona en este caso es negativa. Produce inseguridad que unida a la sensación de rechazo que puede ocasionar en la gente, nos ocasiona disgusto y malestar.
Lo llevaremos como una carga en la vida y es posible que debido a él, perdamos alguna oportunidad y encaremos las situaciones nuevas ya predispuestos negativamente.
Pasa un poco como los horóscopos, que pueden predisponer en una u otra dirección, actuando por sugestión.
Y ¿Cómo vemos a los que se llaman como nosotros? Por una parte, con cierta identificación y por otra, como si nos hubieran copiado el vestido.
Si, el gusto o el capricho de los padres, nos puede condicionar la vida.
Cierto es, que cada uno le damos un enfoque diferente al bienestar, y verdad es también, que no a todos nos satisface lo mismo.
Tenemos unas aspiraciones determinadas, bien sean de tipo material o espiritual, pero la actitud que adoptamos para la consecución de las mismas, es diferente.
Nunca estamos totalmente satisfechos con lo que poseemos, ni lo valoramos en su justa medida.
Deseamos algo fervientemente, luchamos por ello y cuando lo alcanzamos, ¡oh sorpresa! No nos llena.
Como una rueda giramos permanentemente en torno a unos propósitos y unos fines hasta que los alcanzamos. Una vuelta tras otra, un deseo tras otro.
Las aspiraciones, son necesarias para progresar en la vida. Tener un buen nivel de las mismas, nos lleva a alcanzar metas de todo tipo. Nos conduce al progreso.
El conformismo, tiene que ver con la pasividad, unas veces por comodidad, otras, por cobardía.
La ambición es necesaria y al contrario de lo que mucha gente piensa, es buena. Todo depende del grado y de la clase de ambición que se tenga.
Pero pasar unos límites y caer en la insatisfacción permanente ,solo produce desasosiego y descontento.
En su justa medida, conduce a la superación y a la realización.
La paloma, no quería ser paloma, sino sirena, para poder nadar. No estaba satisfecha con moverse en el aire. También quería dominar el agua.
un día al caer la primavera,
encontré una paloma que llorando
dijo ¿no ves que yo quisiera
ser sirena y poder así nadando,
alcanzar mi aspiración verdadera?
No creas dijo, que porque veas
el camino en tonos sonrosados,
sea el mundo de la misma manera
que tus ojos aprecian lo mirado,
pues hay un mundo por cada uno que pasea.
y a nadie, contenta lo alcanzado.
Es curioso observar, cómo cambian algunas personas cuando se suben a un coche y cogen el volante.
He conocido seres apocados, que andaban por la calle casi pidiendo permiso y sufrían una verdadera transformación.
La seguridad y el poder que les daba el sentirse protegidos en el habitáculo, hacía que emergiera en ellos su auténtica personalidad Era todo un descubrimiento que a veces me sorprendía. Lo que no pensaban estas personas, es que tendrían que volver a bajar del coche y caminar sin ruedas, al descubierto.
Esta transformación demuestra, que no tenemos que ser invisibles para camuflarnos. Sabemos fingir muy bien, dar el pego, mostrando la cara favorable.
Si no nos conocemos nosotros, ¿cómo van a hacerlo los demás? ¡Y no nos conocemos! Doy fe de ello. Cada día descubrimos algo, unas veces bueno y otras, no tanto.
Al contrario de lo que la gente piensa, creo que disimulamos mejor cuando somos visibles, cuando nuestra presencia es física, que cuando nos representa solamente un seudónimo y lo único que figura, son nuestras ideas y sentimientos.
Bien sea porque nos proyectamos en lo que escribimos, o porque creemos estar escondidos, bajamos la guardia, y nos manifestamos más auténticos, más acorde a como somos en realidad.
Al expresarnos, pensamiento y sentimiento van unidos. Al escribirlo, allí queda reflejado en esos pequeños detalles y matices que si fuera lenguaje oral, se nos escaparía a la observación, porque no podríamos volver sobre ello, ni releer para comprobar.
Como dicen, "las palabras, las lleva el viento", pero lo escrito, queda, y los pequeños detalles más que los grandes, nos delatan.
No es difícil apreciar las atracciones o rechazos, el agrado o desagrado, la alegría o tristeza, la seguridad, la vacilación, la soberbia, la vanidad, la autosuficiencia, la verdad, la mentira.
De la misma forma se aprecia lo positivo. La sinceridad, la fortaleza, la humanidad, la inteligencia, la emotividad, el afecto.....
¡Raro mundo éste, de las relaciones invisibles! Extraño y desconocido, porque en realidad está empezando y va a revolucionar lo que ha supuesto hasta ahora la sociabilidad, dando un nuevo sentido, estableciendo una nueva forma de relación humana.
Tendremos que prescindir del lenguaje corporal y centrarnos en el de los impulsos eléctricos.
Nos hace pensar por una parte que estamos solos y por otra, sentimos, que millones de ojos nos están observando.
Esta es la nueva sociedad virtual, formada por individuos invisibles, pero previsibles.
"Mi voz persigue lo que mis ojos no pueden alcanzar.
Con el giro de mi lengua abarco mundos y universos.
El habla es la gemela de mi vista....y es incapaz de medirse por si misma.
Me dicen, sabes mucho, pues Por qué no lo expresas?
Vamos, no me dejaré tentar....tienes demasiada fe en la expresión"