Has pasado sin llamar a mi puerta,
revestido de púrpura,
deslizando los pies sobre la tierra,
alfombrando el camino de fragmentos de ilusión,
de lluvia rota,
sin mirar has pasado.
Eres vapor de niebla, amanecer cautivo,
magia divina, inalcanzable bruma,
destino insatisfecho,
un momento de vida hecho sonrisa,
un momento de vida hecho silencio.
Has pasado sin llamar a mi puerta,
con sonrisas y lágrimas valdías,
sin escuchar, sin alma, sin aliento,
como una falsa primavera hueca
difuminada entre sutiles rosas,
sin mirar has pasado.
Te esperaba, te presentía sin ausencia de ti mismo,
para vestir mi ropaje campesino
con doradas mieses.
Mueres de luz, de sol y de alegría,
pero mueres sin ser.
Has pasado de largo por mi puerta,
amor, sin detenerte.
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