Tu llama baila.
Baila ante si misma, silenciosa,
entre dorados rayos de fuego,
y erosiona implacable
un esférico y cansado cielo.
Tu sonrisa atrae las miradas
hacia el espíritu inerme del sueño,
y al tocar los ejes transversales
la nada hecha esencia se desploma,
desliza un efímero instante entre los dedos.
Pero me aferro a ti, a tu inconstancia,
para librarme de un desbordado invierno
que anega las orillas de la vida,
morada cálida, de alegrías y de anhelos.
Postrada estoy, ante tu grandeza,
ante tu ingrato poder escurridizo,
ante tu fuerza, tu llamada, tu juego.
Echo mis redes, sedientas, suplicantes,
envueltas en transparentes lienzos,
palabras sin sentido,
que caen al vacío eterno del olvido.
Tú, cual amante despechado,
haces oídos sordos a mis súplicas,
galopas hacia la nada, sin freno.
No deseo seguir en la carrera,
me fatiga la tarde sin sueños,
crepúsculo de mares vacíos,
difuso y erosionado tiempo.
Dame tu luna blanca.Tu luz Dame tu rojo espejo.
¡Ay mi luna sin alma! ¡Ay mi callado espejo!