Desde la orilla
Arpa pálida y fría,
en un lugar de mi alma palpitando
cuando veo a lo lejos,
ir y venir senderos; sin llamarlos.
Me quedo en una orilla,
voy y vengo como ellos, sin mirarlos,
mientras persigo el sueño,
de abrazar los recuerdos perdidos; el milagro.
.
¡Ay rocío perlado!
Con tu llanto de niño,
empañas la mirada de remotas imágenes
disueltas en el tiempo.
Desde la otra orilla, dejan a su paso en el aire
una estela amarilla.
Cae la tarde y el crepúsculo,
a galope entre sombras de fuego,
arrasa los campos de lirios
quebrando sus cuerpos.
En la noche, vaga un alma
extraviada, buscando un lucero.
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