Se aleja
Barre
el viento las sombras del día y en la madrugada
un
jilguero despierta los valles. Los árboles,
han
perdido su manto, en sus brazos desnudos,
ha
quedado atrapada su alma, como una promesa.
Tras
de los cristales, unos ojos húmedos,
contemplan ocultos sueños imposibles,
destellos de larga mirada.
Y
mientras el rito de todos los días sigue placentero,
una
hoja perdida viene a mi ventana, sonríe, se aleja,
y
no puedo dejar de mirarla.
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