Al destino
Tu modulada voz
rompe el silencio de la monotonía.
Eres azul, como la mar remota,
como la mar remota y tranquila,
acaso fiel, acaso esquivo,
acaso peregrino.
Tus manos placenteras
acarician sin fin la playa de mi vida,
en tu peregrinaje, de horizonte a horizonte,
marcando con fuego la senda de regreso.
No das tregua al descanso, cubres de espuma
las pisadas del largo recorrido.
Siento en mi frente
el dolor de tu boca fugaz
y poderosa.
Acaso, compañero,
vas unido a mi ser, a mi existencia,
agitas las olas de la sangre caliente,
e inundas mis orillas.
Mi estimada y admirada María Jesús:
ResponderEliminarResalto todo el poema, pues me ha encantado, posee talento y magia. Algo muy difícil en la literatura.
Me ha impactado éste párrafo:
"No das tregua al descanso,
cubres de espuma
las pisadas del largo recorrido".
Es de una inteligencia sublime.
Recuerda lo que dijo Gilbert Keith Chesterton, cito: "Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción".
¡Enhorabuena!
Aunque no lo creas siempre estoy presente.
Besos mil mi querida amiga.
Cris.
Muchas gracias Cris por los inmerecidos elogios.
EliminarA pesar del poema, no creo demasiado en el determinismo, aunque a veces, los condicionantes están en cada uno de nosotros.
Me ha gustado mucho tu último relato. Cada día escribes mejor.
Enhorabuena, y mil gracias por pasar por aquí.
Recibe un fuerte abrazo de tu amiga,
Mª Jesús