Cumplidas las alforjas
Lentamente diriges la mirada
hacia el lado remoto del espejo,
lentamente, la vuelves,
cumplidas las alforjas de transparentes sueños.
Tu estructura silvestre se desplaza
y en si sientes su vértigo, más allá
de la vida, más allá de los límites,
más allá del instante de su propio comienzo.
Y a la vuelta, el despertar,
no te parece duro, ni difícil, ni incierto,
pues sabes que se quedan incrustadas
las huellas de tu paso
derramadas en el rito del encuentro.
De tu mano cogida va la niña
que fuiste ayer; la lluvia reverdece
las huellas crecidas a orilla del sendero.
No es hora de llorar, le dices,
¿no ves que vamos juntas nuevamente?
Y miras adelante, reflejada,
en el translúcido brillo del recuerdo.
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