El otro yo
Aunque lo busques
en el abismo de las profundidades
(ese lugar por ti desconocido), y
con la espalda recostada
en el tronco protector de la
esperanza
dejes caer tu alma soñadora
sobre el suelo fértil de la vida,
dejes caer tu alma soñadora
sobre el suelo fértil de la vida,
no encontrarás el yo que te acompaña
(ese que se enmascara
tras de mil apariencias seductoras),
cuando desees descubrir la razón de
muchas decisiones,
y hacia el cual, sin saberlo,
diriges la mirada.